EL VERDADERO ÉXITO DE LA PROFESIONALIDAD

 Madrid. Copyright foto: Teresa Morales
Hoy, mis compañeras de la revista Glamour están de celebración. Diez años de éxitos. Hoy, mis compañeras de la revista Elle también están de celebración, porque siguen al pie del cañón, elaborando su trabajo a la perfección en un ambiente de respeto y armonía. Yo, también estoy de celebración, porque tengo la suerte, hasta ahora, al menos, la he tenido (y espero seguir contando con ella durante muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuucho tiempo) de que tanto unas como otras, me acogieron y me brindaron la posibilidad de trabajar para ellas. En este mundo, el de las revistas de alta gama, en el que llevo la friolera de dieciocho años, no es fácil que las rivales compartan algo (por no decir que es imposible) y menos, que acepten. Por eso, tengo que estar agradecida, y lo estoy, de que en mi caso, haya primado (por encima de todo) la profesionalidad, los valores humanos, el respeto al trabajo bien hecho, la admiración a las enseñanzas y directrices de los superiores, y el convencimiento de que una periodista freelance, como yo, es, por encima de todo, una profesional objetiva que va a tratar con mimo y con ilusión todo aquello que toca y, más importante aún, a todos aquellos con quienes trabaja y para quienes trabaja. 
Mi excepcional primera jefa, la primera directora de Cosmopolitan, Sarah Glattstein, me enseñó el respeto por el trabajo bien hecho independientemente de que escribieras un best-seller o un folleto publicitario; mi grandísima primera subdirectora de Cosmopolitan, Tessy Durigón, me instruyó en el arte de ser seria (que no aburrida) a la hora de trabajar y de llevar con estilo y dignidad, la divertida tarea de hacer una revista; mi adorada y sabia primera redactora jefa en mis quince años de freelance para Cosmopolitan, Ángeles Aledo, me descubrió mis debilidades y me ayudó a superarlas, haciendo que mi esfuerzo fuera una obligación diaria para superar los pequeños vicios a la hora de redactar y me convirtiera en una todoterreno impecable e implacable a la hora de estructurar un reportaje, entregarlo y firmarlo con la seguridad de que sólo habría un margen de error del 1%, como mucho. Y no por el hecho de quedar bien, como una heroína de las letras, sino por contribuir, así, al buen desarrollo del trabajo en equipo, de facilitar la labor de quienes tenían que seguir trabajando con mi texto (maquetadores, jefes de cierre, jefas, producción y, como siempre, los lectores).
El post de hoy es la historia casi increíble de, en este caso, dos equipos profesionales que cuentan conmigo por encima de mis ideologías y encargos de terceros. Y que consiguen así, que muchas personas como yo, dispuestas a hacer un buen trabajo, sigamos creyendo en la colaboración y cooperación, por encima de competencias o rivalidades. Al equipo de ELLE que lidera Benedetta Poletti, quien me animó siempre a colaborar y trabajar para y con ellas, independientemente de que yo estuviera en Italia o en España, gracias. Al equipo de Glamour que lidera Alicia Parro, gracias por apostar por mí cuando ni siquiera me conocía en persona. A todas ellas, felicidades. Porque muchas veces, en la vida, el éxito no se mide en número de ventas de ejemplares, ni siquiera en los miles de lectores que te leerán, sino en la habilidad para relacionarse con los demás desde el respeto, la confianza y la admiración personal y profesional.