RECUERDOS LONDINENSES...UNO

Hogar. Copyright foto:Teresa Morales.
En el año 2016 decidí regresar unos días a Londres. Lo hice el mismo día del mismo mes, de hace 20 años, cuando aún con 22 intentaba encontrar el que sería mi camino en ese punto de inflexión vital, cuando uno ha de desprenderse de la juventud e iniciar la madurez. Los siguientes cinco post en este blog son los extractos, a modo de diario-epistolar, de lo que viví durante esa escapada. 
Iba en busca de un maestro; y lo hallé. Londres, con todo ese aire tan suyo que tanto me apasiona, me volvió a cuidar y a guiar. Sé que siempre, siempre, me tendrá cerca, agradecida y absolutamente rendida a sus pies.  
Por mi cabeza pasan miles de ideas y sensaciones. Como me dijiste que te gustaban, quiero hacerte partícipe de ellas. Ayer, por ejemplo, vi un pequeño Ciclamen con flores blancas que había tenido el surrealista antojo de nacer en el espacio ínfimo que quedaba entre dos baldosas de un jardín particular de Chelsea. Y pensé que la vida es caprichosa... o milagrosa, depende de cómo se mire. El cielo de Londres también es así. Aunque puede que sea algo más sencillo y que tan solo peque de falta de seguridad personal. Despunta claro al alba. Después, de pronto, se vuelve gris. Y comienza a llover. Sin saber qué hacer ni con qué quedarse. 
Pero es curioso. Aquí, sigues caminando, sin que esa lluvia fina sea un obstáculo. Tal vez sea una de las cosas que la ciudad es capaz de transmitir, a modo de enseñanza: que hay que mojarse. 
Me mojé mientras caminaba por Walton Street, una tranquila calle de Chelsea, salpicada de tiendas discretas, pero elegantes. No pretenciosas, pero sí con ese toque de distinción con el que los ingleses han sabido alimentar una gran parte de su imagen. La lluvia también me acompañó mientras abandonaba el bullicioso discurrir de personas que van y vienen a lo largo de Piccadilly. Me paré en la trasera de un conjunto escultórico en uno de los laterales de Green Park. No vi la cara de aquellas figuras que representaban soldados cargados de armas y de valor, pero me quedé con la frase de Pericles sobre la libertad. "Freedom is the sure possession of those alone who have the courage to defend it".
Tuve algunos minutos de preguntarme “qué hago yo aquí”. Quizás porque era de noche, a pesar de la hora. Y el miedo se apoderó de mí. Quizás porque en la oscuridad, Londres recobra un lado tenebroso que le debe perseguir. Pero hoy, cuando el amanecer decoraba este cielo inquieto con trazos rosas y las chimeneas de barro de los tejados soltaban los primeros vahos de la mañana, la vida me susurraba que me tomara el día con calma. Quizás no sepa el significado de esta escapada hasta mucho tiempo después. O no llegue a saberlo nunca. Tal vez es que no hay significado. Y puede que hasta no aparezca maestro alguno, pero aquí estoy. 
Ayer por la mañana, la visión del Támesis desde Albert Bridge me sobrecogió. Me atropelló el pasado, asaltando el presente con sus demandas de un justo reconocimiento de la fortuna por lo vivido. Me emocioné, y lloré. 
Fueron unas bonitas lágrimas. Sublimes y emocionantes. Debe ser que aquí, lo quieras o no, uno ha de mojarse... 
Hoy, ya que la vida me dice que he de tomármela con calma, me quedaré por el barrio. Iré a High Street y corretearé un poco detrás de las ardillas en Hyde Park. Aunque mucho me temo que ellas serán más rápidas y espabiladas que yo. Después, esta tarde, me acercaré hasta la Sociedad Budista para atender a la charla de Rimpoché. Ya te contaré.
Cuídate mucho. Tu regalo está siendo un estupendo y amoroso compañero de viaje. Gracias mil.
Extracto de los días en Londres. Enero de 2016