EL PARIS DE ORIENTE



En 1859, los franceses tomaron Saigon, la actual Ho Chi Minh City, y desde ahí, llevaron a cabo el movimiento para conquistar Indochina. Como capital de la colonia, los franceses la edificaron a imagen y semejanza de sus construcciones hasta el punto de que la ciudad era conocida como La Perla del Lejano Oriente. Hoy es un enjambre de más de siete millones de personas que ruedan por las calles de la ciudad sobre motocicletas veloces y ruidosas. Envueltos en prisas y con la mascarilla para evitar humos y contaminación, los habitantes de HCMC parecen haber superado las historias antiguas de conflictos y posesiones en manos extranjeras. Los grandes edificios de corte occidental, como el majestuoso Ayuntamiento de la ciudad, han acabado por convivir en cierta armonía con las edificaciones vietnamitas y templos sionistas donde el humo y, sobre todo, el olor del incienso, recuerdan al viajero que la ciudad, a pesar de los occidentales, sigue siendo Vietnam. Las tiendas de té, los puestos callejeros con ofrendas para los dioses, los jardines, las vendedoras ambulantes de pulseras, los establecimientos con terrazas al más puro estilo parisino, el mercado de Ben Thanh y otra vez los millones de motocicletas que invitan a participar en el juego de avanzar y esquivar.
Entre las callejuelas de un barrio cualquiera, una mujer rodeada de los símbolos más populares con los que el visitante acabará identificando al país: el asiento de plástico bajo, la tetera mugrienta, las chanclas y el non la o sombrero cónico de paja de arroz. La mirada perdida, la belleza entera, la templanza de un rostro curtido por los años y la quietud con la que la antigua Saigon, como el resto de Vietnam, ha conseguido sobrevivir a diferentes guerras y colonizaciones.
Copyright foto: Teresa Morales. Ho Chi Minh City. Vietnam