ISCHIA



Las olas rompen en la costa de Ischia. Una pequeña y auténtica isla, cerca de Nápoles, donde sus gentes han sabido compaginar la amabilidad, le honestidad y la ternura, a pesar de que desde las entrañas de la tierra aún irrumpe con fuerza el calor y la bravura del volcán.
La corriente del mar, fría, se templa en la orilla, donde el vapor calienta el agua. Los refugios marinos, de erizos antiguamente, de turistas en la actualidad, se han convertido en termas naturales. Libres, que no gratis. En las subidas y bajadas de las carreteras del interior, la vegetación configura un manto verde de pinos, cactus, plantas y árboles tropicales. La humedad y el microclima han conseguido crear un paraíso, abrupto pero amigo. Y cerca del mar, desde donde se ve el continente, con el golfo napolitano, Sorrento y hasta el perfil histórico y colosal de Vesubio, los hosteleros decidieron poner filas de hamacas que incluso, sin nadie sobre ellas, dejan una bonita estampa multicolor. Bella Ischia.
Copyright foto: Teresa Morales. Ischia. Italia