LA TRANSFORMACIÓN SÍ ES POSIBLE

Hoy es Santa Mónica. De lo poco que sé de ella, me gusta esa historia que la relaciona con una frase: "Un hijo de tantas lágrimas no puede perderse". Devota, muy devota, rezó durante toda su vida para que su hijo pudiera convertirse, dejar la "mala vida", abandonar los hábitos que le apartaban de Dios y ser un buen siervo para el Creador. Y ocurrió. En sus últimos años, pero ocurrió. Como sucede con los milagros. Llegan, aunque lo hagan al final. Ella descansó en paz. Y su hijo, San Agustín de Hipona, se convirtió al cristianismo y, además, dejó una de las huellas más profundas para quienes optaron y optan por estudiar y desarrollar sus almas en la mística universal como esa relación del ser con lo más sagrado. Aprovecho hoy para retomar estos pequeños escritos que tenía olvidados, y lo hago con una cita de Frank Ostaseski que introduce uno de los mails que me envían desde Upaya Zen Center: "Primer precepto: Da la bienvenida a todo. No rechaces nada. No nos tiene que gustar lo que sucede. No es nuestro trabajo aprobar o desaprobar. Nuestra tarea es confiar, escuchar y prestar mucha atención a la experiencia del cambio". A mí me ha parecido inspirador. Difícil de llevar a la práctica en ocasiones, pero inspirador y hasta esperanzador.