HARAJUKU





En una ciudad de contrastes todo es posible. La vista, acostumbrada a la comodidad europea donde nada se sale de la norma, se sobresalta con los ropajes anodinos y atípicos de los jóvenes que pueblan las calles del barrio Harajuku. Peluches, medias de colores, encajes, tules, bolsos, el todopoderoso Hello Kitty, coletas, trenzas, deportivas sucias, Lolitas de Oriente, maquillajes góticos, una inocencia salvaje, el descaro de la rebeldía, la frescura de lo original, lo inusual, lo inaudito, el todo vale... Las tradiciones japonesas quedan relegadas a las ceremonias parsimoniosas de los templos y la intimidad de las casas. Fuera, en la calle, Tokio sucumbe al descaro adolescente de quienes marcan tendencia en el resto del mundo y el compás de un ritmo social que nada tiene que ver con el antiguo imperio ni las reglas del pasado.
Copyright fotos: Teresa Morales. Harajuku. Tokio