The Gherkin. Londres. Copyright foto:Teresa Morales. Hoy,
el sol, conocedor de mi cumpleaños, pidió permiso a las nubes para quedarse un
rato más. Ha iluminado la despedida; las llamadas de mi familia y amigos; la
meditación en la habitación mientras el resto de dormía; los ángeles del
paraíso de Botticini en las salas de la National Gallery; la sonrisa de Nelson,
cómplice desde su columna; la expresión del dependiente de Waterstone que me
vendió el libro-capricho que me acompañará hasta el día que mi alma decida no
estar aquí: The Fox and the Star, de
Coralie Bickford-Smith; la historia vital de Nurdin, el empleado del Tube que
nació en Eritrea; y hasta, tengo la sensación, de que el astro rey le puso más
sabor a la espuma del Latte que me
preparó Anna, la recepcionista del hotel.
Y
ahora, surcando las nubes en el interior de un avión, a no sé cuántos pies,
regreso a casa otra vez. Dijo el lama Chime que a veces uno va a la India a
buscar un maestro, pero no lo encuentra. “Las cosas negativas que nos ocurren,
las dificultades de la vida, son nuestro maestro. Ellas son nuestra oportunidad
para transformar lo negativo en positivo. Por eso, no hay que irse lejos, porque
el maestro está muy cerca. Tan cerca, que Buda está en nuestro interior”.
Extracto de los días en Londres. Enero de 2016