SI NO ES AHORA... ¿CUÁNDO?







Roma. Piazza del Popolo. Manifestazione Se non ora, quando? 13-02-11

Eugenia Bonetti podría ser el nombre y apellido de una mujer cualquiera, de una de tantas que conformamos la sociedad. Pero delante de su nombre hay también un cargo, “Hermana”, y su uniforme, un hábito de color gris. Podría ser una monja cualquiera, una de tantas que conviven en la comunidad religiosa, en concreto en las misionarias della Consolata. Sin embargo, esta mujer de 71 años ha brillado con su discreción, sabiduría, saber-estar y, sobre todo, por la valentía en su discurso durante la gran manifestación que ha tenido lugar en Roma: Se non ora, quando? Para quien no esté al tanto, diré que hoy, en Italia, y en concreto en la ciudad en la que vivo, Roma, más de un millón de mujeres han salido a la calle para reivindicar la dignidad de su existencia. Para defender sus valores, su integridad y su capacidad de hacer, decir y SER dentro de una sociedad que, para nuestra desgracia, sigue gobernada, dirigida, estratégicamente corrupta, violentada y desordenada por la mano de los varones. Quienes ahora vivimos en este país (no sólo de residentes y nativos vive la democracia) nos ha bastado la vergonzosa (aunque afortunada) excusa de un primer ministro metido en procesos judiciales por prostitución de menores y abuso de poder (amén de otros pecados que sólo la justicia y, esperemos, las urnas, redimirán). Vergonzosa porque aquel que se votó para representar, ha acabado exhibiendo sin pudor dotes más propias de rey de los bajos fondos y demás suburbios que de líder en pro de un buen ejemplo político y social que elabore una magnífica red de derechos humanos. Y afortunada porque, como dicen en mi pueblo, no hay mal que por bien no venga y siempre hay una gota (llamada "caso Ruby") que colma el vaso (llamado paciencia y respeto hacia todas nosotras, féminas, que constituimos la mitad de la población).

Pero volvamos a Sor Bonetti quien ha comenzado su intervención saludando a la ciudadanía con un buon pomeriggio y una sonrisa (¡fantástica!), presentándose a todos aquellos que no la conocíamos, hablando de su pasado de misionera en Africa y acercándonos su presente ayudando a las prostitutas quienes, en busca de un futuro mejor, acaban alejándose del tercer mundo para acabar en manos de la esclavitud sexual dentro del erróneamente erigido en primer mundo. De su boca salieron las palabras integridad, respeto y valores femeninos, el de la protección, el cuidado, la paciencia, el amor, la amabilidad y, el más importante, el don de dar vida. Porque somos nosotras, las MUJERES, quienes damos vida. Con tranquilidad y la paz que sólo las personas espiritualmente trabajadas consiguen transmitir, ha dibujado una descripción perfecta y elegante de por qué las mujeres han de ser cuidadas y respetadas, escuchadas y atendidas, protagonistas de la vida, PROTAGONISTAS. Una defensa a ultranza de la figura femenina, firme y hasta con una dosis de rabia pero expresada con la dulzura que sólo alguien que ha convivido con víctimas, ha podido apreciar, entender y crear. Puede que el discurso de la hermana Bonetti no se haya distanciado mucho, en esencia, de los otros dichos por representantes sindicalistas (Susanna Camusso), actrices (Lunetta Savino e Isabella Aragonese), representantes del poder judicial (Giulia Bongiorno), presidentes de asociaciones (Suzanne Diku), intelectuales (Alesandra Bochetti y Patrizia Cavalli) y demás mujeres que han pasado por el escenario de la Piazza del Popolo, pero ella ha tenido la inteligencia de pedir y reclamar la reacción de las autoridades civiles y la VALENTÍA de alzar su voz para exigirle también a las autoridades religiosas una acción potente en defensa de la mujer y de la imagen que se construye sobre ella. ¡Bravo! Arrancó aplausos por ello y se despidió del público agradeciendo la presencia numerosa de todos los que habíamos decidido salir y convertirnos en uno. Y como la energía femenina es amable, emotiva, sensible y sonriente, la jornada de reivindicación, quejas, pancartas de ¡Basta ya!, petición de dimisión y oposición clara y contundente a dirigentes machistas acabó con música y un millón de ciudadanos, en su mayoría mujeres, cantando al unísono el estribillo de la famosísima canción Ma che freddo fa. Porque la vita senza amore (y por lo tanto senza respeto) no es nada, sólo viento.

Texto: Teresa Morales. Copyright foto: Teresa Morales.