MELBOURNE



Con casi cuatro millones de habitantes, la que fuera antigua capital de Australia entre 1901 y 1927  y gran centro portuario durante 1850 con motivo de la fiebre del oro de Victoria, es hoy una urbe moderna y viva. Es la segunda ciudad del mundo con mayor número de edificios de estilo victoriano, por detrás de Londres, pero los grandes rascacielos la comparan con otras capitales mundialmente famosas como New York o Vancouver. La herencia anglosajona de británicos primero y americanos después ha hecho de Mel un refugio de personas que aspiran a sentirse libres y culturalmente activas. Los melbournians, como se denominan a sus habitantes (léase melbournianos, melbournienses o melbournitas) es gente amable y simpática. Sonríen y saludan como si la familiaridad con el extranjero fuera algo habitual. Pasean y consumen a cualquier hora del día. Son deportistas, activos, trabajadores y ecologistas. Se cuelan entre los coches a velocidades de vértigo cuando se trasladan en bicicleta y llenan los locales de la siempre animada Brunswick St a cualquier hora del día. La música les apasiona así que no es extraño que las melodías y ritmos interpretados en directo amenicen el caminar del viajero. Gertrude St es una calle salpicada de librerías, tiendas de música, boutiques de ropa vintage y firmas de diseño de vanguardia alternativa si es que, ese estilo existe. El skyline es un rompecabezas de construcciones que han ido encajando en el espacio con la misma armonía que se respira cuando se recorre el Southbank en una noche de casi luna llena. Melbourne es tan variada que acaba siendo atípica en sus formas pero realmente sorprendente a la vista, agradable y, sin duda, absolutamente joven y atractiva.
Copyright foto: Teresa Morales. Melbourne. Australia