LA VIDA PATAS ARRIBA O EL MUNDO BOCA ABAJO


Monte Igueldo. Donosti. Copyright foto:Teresa Morales.
No. No creas que me he equivocado. Ni que la imagen está invertida. O, peor aún, no pienses que está mal. Es así, ¿por qué no? ¿Acaso existe un orden limitado? ¿Una norma infranqueable? ¿Una visión ceñida tan estrictamente a la ley que no se pueda modificar? ¿Por qué? Para quienes todavía tengan dudas, he aquí una pequeña historia que aparece en el libro El Guerrero Pacífico, de Dan Millman (Editorial Sirio). "Erase una vez un rey muy querido cuyo castillo se erguía sobre una alta colina, y dominaba sus tierras. Era tan popular que los habitantes del pueblo vecino le enviaban regalos a diario y se festejaba su aniversario en todo el reino. La gente le quería por su sabiduría y la rectitud de sus juicios. 
Un día una tragedia sacudió a la ciudad. La reserva de agua se contaminó y todos los habitantes, hombres, mujeres y niños, se volvieron locos. Solamente el rey, que tenía su propia fuente, se libró.
Poco después de la tragedia, el pueblo loco de la ciudad se puso a hablar de las actitudes "raras" del rey, de la mediocridad de sus juicios y de su falta de sabiduría. Algunos incluso llegaron a decir que el rey se había vuelto loco. No tardó en perder su popularidad. Ya nadie le llevaba regalos, ni festejaba el día de su aniversario. 
El rey, solo en su alta colina, estaba privado de toda compañía. Un día decidió abandonar la colina y hacer una visita a la ciudad. Hacía calor aquel día y bebió de la fuente. Aquella misma tarde hubo una gran fiesta. Todo el pueblo estaba dichoso puesto que su queridísimo rey se había "curado de su locura".
Y así acaba esta pequeña gran historia sobre cómo vemos el mundo. Sobre los juicios que se entrometen en la tranquilidad de nuestra mente y de nuestra existencia. ¿Quién está loco? ¿Quién es el raro? ¿El que ve la vida con los pies bien aposentados en la tierra, sin permitirse un momento para experimentar la refrescante vitalidad del atrevimiento que dicta su corazón, o quien se permite ponerse cabeza abajo, y descubre que hay otra forma de ver la realidad con ojos más honestos a su propia verdad? En fin... ¡todos los días, una lección nueva!
Por cierto, la imagen es así, tal y como yo la vi cuando practicaba la postura Sirsasana en la playa de Ondarreta. Un amanecer precioso aunque, literalmente, comenzara "patas arriba"...;-)