Hace algunos febreros paseaba yo por el centro de Génova donde, dicen, edificaron la que es, para muchos, la calle más bonita del mundo: Via Garibaldi. Algo de razón han de llevar porque la Unesco la declaró Patrimonio de la Humanidad en 2006. Adornada con suntuosas fachadas de magníficos palacios a ambos lados de la calle, la anteriormente conocida como Strada Nuova se originó alrededor de 1550, construyendo un camino de 250 metros de largo por donde los genoveses más ilustres paseaban, salían y entraban, se dejaban ver y consentían que el discurrir de esta encantadora ciudad portuaria de Italia hiciera algo más notoria la historia y el pasado de sus calles. No sé muy bien por qué he rescatado este recuerdo italiano, cuando en verdad, sólo quería hacer un apunte sobre el Universo y sus medidas espaciales que siguen dejándome perpleja, tanto o más, como cuando pisé Via Garibaldi por primera vez. Resulta que, como ya sabemos, la Tierra, ese planeta donde residimos, es tan solo un elemento más dentro del Sistema Solar. Hasta ahí, asimilado. Ahora bien, hablamos de un Sistema que, a su vez, está perdido en un brazo de una galaxia que contiene 100.000 millones de estrellas. Y que, aquí está lo más extraordinario, no es más que una galaxia entre ¡¡las miles de millones!! que conforman el Universo. Es decir, un partícula ínfima al lado de un todo. Observable en parte, aunque no sé si enteramente medible. Como lo puede ser el amor. Sobre todo si es aquel más sagrado, el que trasciende el espacio y el tiempo. Aquel al que le cantaba San Juan de la Cruz cuando escribió ¡Oh noche, que guiaste/ oh noche amable más que el alborada:/ oh noche, que juntaste/ amado con amada, amada/ en el Amado transformada! En la noche infinita del Universo o en las tardes de una invierno con pinceladas de primavera, el todo, sin excepción (la materia, la energía, los átomos, el cielo, las nubes, la tierra que dibuja el camino y el agua que modela el río...) tararean la única melodía en la que yo me empeño en seguir creyendo y defendiendo. Que, como canta Battiato, Tutto l'Universo Obbedisce all'Amore.