Basta un rayo de luz y cientos de superficies que la proyecten en otras direcciones para crear magia. Para verla, sentirla y hasta tocarla. Para dejarse iluminar por ella. Basta un rayo de luz reflejado en las mil y una caras de la belleza para transmitir un mensaje esperanzador. O, al menos, hipnótico para la vista, el corazón y el ánima. Algún día escribiré un cuento, el de Enrico Panattoni, o el de las muchas (y buenas) razones para amar a Italia. Hoy, por lo pronto, me quedo con esta obra de arte de Olafur Eliasson. Un artista danés de reconocido prestigio internacional y, a juzgar por el magnetismo de sus obras, de alto nivel de sensibilidad. Para la realización de sus instalaciones, Olafur sabe que el aire, el olor y la temperatura son tan importantes como los materiales que, caprichosamente, constituyen formas. Su The Weather Project visitó las salas imponentes de la Tate Modern en Londres y esta pequeña pieza, aunque grande en dimensiones, se exhibe en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga. Un espacio, en silencio, rodeado de paredes blancas, que guía al visitante curioso hacia un mundo interior construido con la sinergía entre ciencia y compasión y, ¡cómo no! los mil y un reflejos de la luz que la belleza siembra cerca del alma. Lo sepamos o no, ahí está.
