EN UNA PARTE DE MÍ, YO NO SOY YO

Presa de Fuentes Claras. Ávila. Copyright foto: Teresa Morales. 
Me pregunto qué sentiría Loreena McKennitt al cantar Ancient Pines. ¿Un estado de belleza pura? ¿Un instante sublime de conexión con lo más sagrado? ¿Paz? ¿Una quietud bañada en una alegría perfecta? Tal vez como el entorno que recoge esta imagen. Algo así, supongo. Un escenario donde todo está en orden, a pesar de ser móvil y cambiante. De pronto, sale un rayo de sol. Y lo ilumina todo. Se engrandece el fondo. Se magnifican los colores del otoño. Se acuarela el agua, como si de un efecto óptico se tratara. Se aposenta lo más sagrado de la vida, alrededor de una presa que construyeron para dar ocio y recreo a los abulenses. ¡Cuánta belleza en un lugar tan cotidiano! ¡Cuánta grandiosidad en un rincón que a menudo pasa desapercibido por familiar! Vuelvo a ver la imagen, y hoy, en un viernes que comenzó con el cielo naranja y acaba con una lluvia fina, exquisita en su caer, no hay más historia que la de creer (motivada también por la voz de Loreena) que cuando sientes a Dios dentro de ti descubres un amor que no puedes negarle a nadie. Convencida estoy, cada día más, de que tenemos una esencia divina, parte de un todo. Y esa, como la belleza del escenario de esta foto, es perfecta en sí misma. A pesar de esa impermanencia que a veces nos desasosiega y asusta, en la que los humanos nos movemos día sí y día también.  Y si Dios está dentro de cada uno de nosotros, ese Dios Universo, ese Dios energía, ese Dios belleza en estado puro y perfecto... ¿cómo negárselo a alguien? Tal vez haya quien no lo entienda, pero en algún momento, lo sentirá. Y verá como a veces, siempre, el estado más sublime de conexión con otros es algo tan sencillo como activar nuestra divinidad, que no es otra cosa que sentir y dar el verdadero amor. As simple as that.