Nunca se sabe de qué forma llegamos hasta el maestro. A veces, es un camino directo, claro y, en cierta medida, casi vocacional. En otras, es una cuestión de observación y de dejar cierto lugar a la duda para creer que ella también puede ser una verdad certera. El caso es que me acerqué hasta Medina del Campo y allí compartí charla con una de las hermanas del monasterio de San José. Me abrió las puertas del locutorio donde Santa Teresa y San Juan de la Cruz tenían sus conversaciones; me regaló algunas cosas que para ella eran interesantes, y me habló de la señora Asun Aguirrezábal, una experta en la vida y obra de la mística abulense. Curioseando en internet, he leído una entrevista que hicieron a la investigadora en temática teresiana y encontré alguna pista de algo que llevaba tiempo buscando: ¿Cómo sale Santa Teresa de las crisis espirituales y cómo vuelve a retomar su camino hacia Dios? Una de las claves es la lectura del libro Confesiones de San Agustín. Una obra que ahora tengo entre mis manos y que, sin duda, me aportará grandes revelaciones. Hoy, para acabar el día y proseguir la vida con la misma óptica positiva que demuestra esa hermana carmelita descalza que tantas sonrisas y amabilidad me dedica cuando me ve, añadiré alguna cita del maestro: "No hay mal en absoluto para ti, y no solamente para ti, sino para el conjunto de tu creación. Nada hay fuera de ella que irrumpa y corrompa el orden que tú le impusiste. Sucede que, en algunas partes de tu creación, hay cosas que nosotros creemos malas porque no convienen a otros. Pero como estas mismas concuerdan con otras, son también buenas. Ciertamente, en sí mismas, son también buenas." Todo un acto de fe, de aceptación y amor.