DE DESNUDOS, UNIONES Y OTRAS BONDADES

Teresa Morales en Torimbia. Asturias. Copyright foto: T.P.P.

19 de enero. Año 2003. Playa de Torimbia. Asturias. Mar Cantábrico. El cielo despejado. La temperatura exterior, agradable para esas fechas del año. La del agua: gélida. Indescriptiblemente heladora. Olas incontrolables. Un horizonte inmenso. Unas ganas, desenfrenadas, de desnudarme y meterme en el agua para ser parte de aquella potencia natural. Y así fue. Para semejante “locura” no hace falta valor, sino decisión. Y la historia de hoy va de eso y de amores, de generosidad, de fortuna, de viajes de idas y otros de regreso, de sonrisas, de contrastes, de temperaturas que suben y bajan, y de la vida, que a la fine, acaba uniéndonos. El dos de junio, hoy, Italia celebra el día de su unificación, recordando aquel momento en el que los ciudadanos votaron el sí a una nación que quería crecer bajo la forma republicana. Hoy quiero felicitar a ese país que durante nueve meses me acogió y que sé, lo intuyo y lo huelo, adesso está preparando el nido para que cuando vuelva (y será pronto) lo haga sin las ausencias afectivas que me robaron la emoción, sin las goteras de la salud que me dejaron débil y sin limitaciones materiales a las que me adapté para aprender que sonreír no tiene precio. Italia me llamó, susurrándome sus bondades a través de un alma, calificada de gemela, que residía allí mucho tiempo antes de que ella y yo imagináramos que acabaríamos enamorándonos y que, incluso desde la distancia, cantábamos casi a coro las canciones que me enviaba, de Mina y Ornella Vanoni. Italia me animó para vender todo lo que poseía y en el camino me puso un familiar moribundo que me aconsejó “Vete”, un trabajo afín a mis inquietudes que me dijo “Revitalizarás” y una entrevistada (a posteriori gran amiga), convertida en mi ángel de la guarda, que me prometió “Estarás bien”. Y me fui, renací y estuve bien. Mejor que bien. De aquella historia de dos que, desde mi interior, me empujó a zambullirme de cabeza en un mar de sueños, me quedaron las canciones de las grandes divas italianas que, aún hoy, especialmente hoy, suenan casi a diario. El amor que siempre he dado y sentido por mi alma gemela se transformó con el tiempo en una falta de reciprocidad y ciertas dosis de soledad, pero Roma y sus gentes, maestros y ángeles inesperados, me enseñaron a guardarlo (sin rencores) en una caja que amigos y destino me ayudan a decorar con paciencia, comprensión y, sobre todo, respeto y serenidad. Del trabajo, me quedan varias puertas abiertas que dan a despachos de personas en quienes he puesto mis esperanzas y, sobre todo, mi gratitud por darme la oportunidad de acercarme a aquello que siento afín a mi inquietud. De mi bienestar, sólo puedo decir que ha mejorado y se ha multiplicado, haciendo de mí una persona igual de decidida, pero mucho más saludable y feliz. No soy de las que cuentan intimidades en el blog, pero hoy, dos de junio, que Italia está de fiesta y la vida se ve desde una óptica tricolor, tenía ganas, y sobre todo, decisión, de desnudarme y ser muy yo. Desde mi refugio español, a todos los que viven allí y me han echado una mano, mil gracias y… Buona giornata. Ci vediamo a prestissimo.